Historias de Londres: cuentos y apuntes by Doris Lessing

Historias de Londres: cuentos y apuntes by Doris Lessing

autor:Doris Lessing [Lessing, Doris]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1991-01-01T00:00:00+00:00


QUIERO contarte algo, tengo que decírselo a alguien. Tengo que hablar. De repente he comprendido que tú eres la única persona que queda que sabrá de qué hablo. ¿Te ha ocurrido alguna vez? De pronto piensas: Dios mío, esto pasó hace veinte, treinta años, y yo soy la única persona que sabe lo que ocurrió realmente.

¿Te acuerdas de César? ¿Recuerdas que trabajaba para él? ¿De verdad? La mayoría de la gente lo ha olvidado. Le llamábamos César… aunque él no lo sabía, por supuesto, porque solía decir: Voy a conquistar Bretaña…[3] ¿te acuerdas? Si así es, tú y yo somos las únicas personas vivas que lo recordamos. Pues bien, el hijo de César se casó con mi hija la semana pasada. Sí, exacto, la vida no puede ser más perfecta, ¿no te parece? A veces la realidad supera la ficción. Pero esto no es más que la mitad de la historia. Escucha.

¿Llegaste a conocer a Robert, el hijo de César? Si lo viste alguna vez, debía de ser aún muy niño. Bien, pues se ha convertido en un muchacho simpático, cariñoso, realmente encantador.

Hace diez años, me llamó un día al despacho y me invitó a cenar. Tenía catorce años. Me quedé muda de sorpresa, en la medida en que yo puedo quedarme muda, claro. Me sentí tan halagada que naturalmente acepté la invitación. ¿Pero a que no sabes adonde me llevó? Al Berengaria. Sí, como lo oyes. No sé lo que esperaba yo, pero lo hizo todo a la perfección. Podía haber tenido perfectamente treinta y cinco años, el niño. Vino a buscarme en taxi con un ramo de flores, y un traje alquilado. Había ido antes para reservar la mesa y discutir todos los detalles con el chef. Los camareros estuvieron revoloteando a nuestro alrededor como viejas nodrizas, regocijados hasta la médula al vernos al niño y a mí (por supuesto que a mí me conocían de muchos años, pues solía ir allí a cenar con César, o a organizarle cenas de compromiso). Hablaba como si se tratara de su propio restaurante. ¿Te imaginas la escena? Ni con un gesto, ni con un ademán le pusieron en un apuro los camareros. Estuvieron fantásticos. Y mientras, a mí me devoraba la curiosidad. Catorce años. Luego pensé: Es normal, todos estamos locos a los catorce años, no le des más vueltas. Por aquel entonces estaba muy ocupada, como siempre. Pero debió de costarle cincuenta libras, por lo menos. ¿De dónde las sacaría? Con toda seguridad no de su padre, aquel viejo tacaño…

El paso siguiente fue enviarme una carta escrita en papel apergaminado color marfil, de la mejor calidad, con su nombre impreso, Robert Meredith Stone, en la que me invitaba a dar un paseo por St James Park y luego a tomar el té en el Ritz. Un momento, pensé, aguarda un momento… esto hay que pensarlo un poco.

La cena en el Berengaria era hasta cierto punto comprensible, pues era el restaurante de César, pero… ¿un paseo por el parque? César



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